Dame un Rascacio y te daré mil nombres para uno de los peces con lugar propio en la gastronomía española. Pero sobresale uno: El cabracho.
El Rascacio tiene como nombre científico Scorpaena scrofa pero también se le conoce como, diablo de mar, escorpena, escorpión, escorpión rojo, rascasa (Alicante), gallineta, rascacio colorado (Canarias), escorpora, cap roig (Baleares), escarapote (Galicia), krabarroka o itsascabra (País Vasco), cabritas, escorpa, roja… y cierro con el que más me gusta: «tiñosu» de mi tierra adoptiva, Asturias.
El Rascacio cuenta con una carne jugosa y rica como pocos
Se trata de un pescado muy sabroso, de carnes prietas y blancas con un sabor que recuerda ligeramente al rape. Agradecido al paladar pues es muy intenso seguramente por el tipo de alimentación (crustáceo) y sus hábitos de vida. Es un pez de roca.
Atención peligro, el Rascacio es un arma defensiva
Este animal cuenta con un sistema defensivo muy completo, cuenta con una aleta dorsal con 12 espinas, más 3 espinas en la zona anal y otras tantas en la pectoral (es un armazón andante).
Pero lo peor está por decir, todas ellas son venenosas, sobre todo las de la cresta. No sólo tremendamente afiladas, su incisión provoca de inmediato hinchazón y dolor agudo. Hay quien dice que es un leve picor, pero éstos son muy, muy del norte. Os aseguro que duele o pica a rabiar.
Por ello os recomiendo que dejéis en manos de profesionales el proceso de filetear o sacar la carne a este escorpión de mar (ahora entenderéis el sobrenombre).
Varias tonalidades que implican distintas residencias y razas
En los mercados y lonjas de todo el litoral puedes encontrar este pez, pero sus tonalidades varían de un precioso rojo intenso a rosados pálidos, pasando por marrones apagados (tranquilos que no hay blanco roto, ni azul grafeno).
Estas diferencias de tonalidad responden no sólo al tipo de especie a la que pertenece, sino también al fondo marino en el que se alimentan o lo cerca de la costa en el que habitan.
Lo que si está claro es que este color les permite mimetizarse entre las rocas y además tienen la capacidad de modificar la tonalidad para adaptarse como un camaleón y pasar desapercibido.
Cuando los ejemplares son jóvenes suele permanecer cerca de la costa, entre las piedras. Esto les permite protegerse de sus depredadores y acechar de forma más segura. En las pescaderías (me encanta la gente que dice «pescatería») se les suele llamar «cabritas» y son los que habitualmente llegan a los mercados.
Sin embargo, no debemos confundirlo con las cabras de mar, que no son otra cosa que los centollos. Ese cangrejo migratorio de gran tamaño que inspiró a H.R. Giger en los diseños de Alien el octavo bichín. Ese film de «Ripley» Scott (no es un error, es un banal juego de palabras en honor al director y a su personaje principal, que ya os he visto sacar las uñas).
Cuando tiene mayor tamaño, dejan sus cómodos hogares y se introducen en aguas más profundas, claro está, han desarrollado unas agujas que disuade a cualquiera. En este entorno utilizan la paciencia y el camuflaje para poderse alimentar. Este tipo de pez de entre 1,5 a 2 kg son mucho más difíciles de adquirir, pero si los véis no dejéis pasar la ocasión, su carne es excepcional.
El plato estrella con el Rascacio de actor principal
El más famoso de todos los platos elaborados con scorpena es sin duda el Pastel de cabracho, y su polémico origen atribuido a Juan Mari Arzak. Os dejo unas duras palabras de Rafael García Santos, en Lo mejor de la gastronomía sin querer entrar en esta dura reyerta y menos aún en el tono insultante de este periodista, os remito sus manifestaciones al respecto. ¡Qué odio se refleja en cada una de sus palabras!
Debió pedir en el restaurante de Arzak una manzanilla tras el postre y le trajeron un vino de Jerez en lugar de la infusión.
Don Rafael deja claro que uno de los grandes de nuestra gastronomía tan sólo modificó una receta. Una receta ya existente a principios del siglo XX y de la que se tiene constancia por la Marquesa de Paraber en su libro La Cocina Completa.
No obstante el propio Juan Mari afirma que no se inspiró en esta literatura, sino en un bar de la zona llamado Astalena que era conocido por ese flan de merluza y tras sus aportaciones decidió en 1985 meterlo en su carta.
El merito de este grande fue cambiar el tipo de pescado y añadir una toque de nata (habitual de la cocina francesa). Para mí es más que suficiente y si no hay más pruebas presentadas, no tengo recelos de su autoría, habrá que dar al César lo que es del César.
Ingredientes para un Rascacio al horno (4 personas)
- 2 hermosos Rascacios de 400 g
- 4 dientes de ajo
- Un par de guindillas
- 50 g de cebolla
- 500 ml de aceite de oliva virgen extra (AOVE)
- 20 ml de vinagre de vino
- 250 g de patatas nuevas
- Sal y pimienta al gusto
Elaboración del Rascacio al horno
Antes de iniciar el proceso ponemos a precalentar el horno a 200 º C.
Mientras preparamos el acompañamiento. Pelamos y cortamos las patatas en rodajas muy finas, la cebolla en juliana y las ponemos en una sartén con aceite.
Salpimentamos y las ponemos al fuego. En otra sartén con un poco de aceite sofreímos los ajos, cuando empiecen a tomar color se retira del fuego y se añaden las guindillas y el vinagre.
Cuando las patatas estén pochadas, unos 10 minutos, las escurrimos del aceite, les añadimos la mezcla del sofrito con vinagre. Deja un poco para colocar antes de emplatar. Después las introducimos en el horno en una fuente que estará esperando al pez.
Manos al Rascacio
Si somos capaces, limpiamos el Rascacio. Primero debemos eviscerarlo mediante un corte en el vientre. Después pasamos por agua fría abundante y lo abrimos por la mitad para quitar la espina central.
Tómatelo con calma, recuerda que si te pincha una de las traicioneras espinas es posible que pases un mal rato.
No te hagas el héroe, si tienes dudas el pescadero te lo preparará sin problemas.
Una vez abierto y sin espinas lo sazonamos con pimienta, sal y un toque de aove.
Metemos los Rascacios en el Horno, sobre las patatas y bajamos a 180º C durante 20 minutos. Si te gusta el pescado poco hecho, como a mí, con 15 minutos será más que suficiente.
Ya puedes decir que has comido escorpión, eso sí, de mar.