Luego ahondaremos en el título, pero es una maravilla como huele la kocina de koketo, el aroma de la canela llega a 5 kilómetros. Estamos en época de esta deliciosa tostada (venida a más por supuesto) que no es más que el dulce típico de las celebraciones de Cuaresma y Semana Santa en España, salvo en Santander que vaya usted a saber la han trasladado a Navidad (ya sabéis golosos dónde pasar la noche buena el próximo año). Contamos con la mejor repostera de torrijas del mundo, Mari, que ha elaborado este dulce según la receta tradicional y familiar.
Las hay de canela, vino o almíbar, pero todas están buenas ese el mínimo común múltiplo de esta ecuación (M.C.M. los que hayan estudiado EGB lo entenderán). No os dejéis engañar por el precio de la unidad en una pastelería (hasta 3,5 € lo han visto mis ojos), su origen es humilde pues su aportación energética es muy elevada y en teoría (pues hay quien come sin saciarse) saturan en seguida. Su origen esta ligado a la época de cuaresma ya que entre sus ingredientes no figura la manteca, prohibida su ingesta en esta creyente época del año y esto junto con el frío ayuda a su consumo.
Son bastante laboriosas si se quieren hacer bien, pero sólo el olor, la diferencia de las torrijas caseras (aunque a la madre es difícil superarla) y la promesa de una tarde entretenida merecen el tiempo invertido y sobre todo una cocina patas arriba con aceite hasta en el techo.
Para quien no lo sepa como era mi caso la torrija en el siglo XV se llamaba «torreja» y era recetada para la mejoría de las parturientas (eso es medicina y no la de los laboratorios), pero dónde se hizo famosa fue en la tierra de los 4 gatos, los madriñes entre las tabernas y los vasos de vino; y es probable que de esta tradición del siglo pasado venga la frase «Llevo una torrija», pues el vino era ingrediente indispensable, ya fuera para elaborarla o para acompañarla pues se servía con «chatos de vino». Y hasta aquí puedo leer. Pasemos a la leche, la canela,…
Ingredientes indispensables para 5 personas por lo menos:
- Pan para torrijas unos 750 gr. ó pan del día anterior.
- 1 l. de leche entera.
- Vainilla (opcional para darle un toque o también la piel del limón)
- Brandy (opcional tanto para el plato como para el cocinero)
- 100 gr. de azúcar
- 2 ramitas de canela
- 1 l. aceite de oliva para freír
- 1 docena de huevos
- Azúcar y Canela en polvo
Elaboración y manchado de la cocina:
Mi recomendación es hacer el pan de torrija, pero como es mucha historia y entiendo que la gusa es importante os recomiendo comprar un pan especial de torrijas o bien un pan de pueblo del día anterior. Lo seccionamos en rebanadas de aproximadamente dos centímetros de grosor (dos dedejos de ancho).
En un cazo procedemos a calentar la leche entera (ojito que no es el momento de pensar en regímenes, si lo estáis es mejor no consumir este tipo de postres o recurrir a fruta) infusionamos el líquido lácteo con las ramitas de canela, la vainilla o el limón (esto no tiene nada de tradicional, pero a nosotros nos encanta darle ese toque) y añadimos el azúcar. Dejamos cocer aproximadamente 10 minutos, si soy amantes del brandy no es mala opción un chupito, ¡OJO! dentro del cazo no del gaznate, la cocción eliminará el alcohol. Dejemos tranquilamente enfriar la leche para que el pan no se reblandezca demasiado.
Ahora procedemos con del baño Cleopatra, pasaremos las rebanadas de pan por la leche para que empapen, para ello utilizar una fuente no muy profunda que permita que la leche impregne toda la rebanada (Cuanto más se impregne más jugosas quedarán, y cuanto menos pues como es obvio más secas).
Toca el momento de escurrir y champú de huevo, sacamos de la leche y pasamos por huevo batido y las freímos en aceite de oliva bien caliente (para evitar que el aceite salde mucho colocar la cáscara de huevo en la misma sartén del aceite, evitaremos quemaduras y salpicaduras), también aconsejamos que se frían de poco en poco para que la temperatura del aceite no baje demasiado y con la ayuda de una espátula ir cambiando de posición.
Las escurrimos bien y con la estimable ayuda del papel absorbente quitamos el sobrante de aceite, y por último realizamos el reboce con azúcar y canela (como si fuéramos a empanar unos filetes con pan rallado, pero cambiamos el pan por azúcar y canela en polvo).
Pues ya está y ahora con la torrija «AL CIELO CON ELLA»