¡Cómo está el servicio! Hace algún tiempo escribí un artículo sobre el maltrato que los profesionales del servicio reciben en sus largas y extenuantes jornadas laborales. Sí, esas medias jornadas, lo que para muchos significa 12 horas diarias. «Camareros: Vidas “a su servicio”, pero nunca serviles».
La respuesta de mis amigos, compañeros y sufridos camareros fue de agradecimiento. En pocas ocasiones se habla de la falta de educación por parte de los comensales. Me alegró saber que fue objeto de risas y puestas en común.
Hasta que llegÓ su hora
Pero ésta es sólo la mitad de la historia y, por supuesto, me comprometí a ponerme en el lugar de quienes están al otro lado de la barra.
En el artículo ¡Cómo está el servicio!, toca narrar las verdades de los «malos» profesionales del servicio. Dejo claro, subrayo, reitéro, pongo en negrita y repito, de los «malos«, no de todos. De los buenos hablaré en otro artículo, me comprometo.
No olvido que la vida nos da sorpresas y nunca sabemos quién nos podría poner la próxima cerveza. Pero soy así, me la voy a jugar. Me da que en un tiempo me las voy a tener que servir yo.
El servicio puede convertirse en tu peor pesadilla: Los perfiles
Hablaré del neoprofesional, el avispilla o aguililla, el cizaña o falso cómplice, el pitufo gruñón, el sordo o vago, el listo y el feo. Este último, generalmente, es el jefe de todos y suele tener una prominente barriga, estar sentado oteando sus dominios e importante, con el botón del ombligo sin abrochar.
Vaya todo mi cariño por delante para mis queridos cómplices de sala y recordad que no es mi intención molestar a los grandes profesionales, que los hay y muchos, tengo la fortuna de trabajar con muchos de ellos.
Grandes profesionales del servicio versus «los otros»
Estoy seguro de que esta vez no serán tantos los elogios y alguna colleja me cae.
Recuerda «quien se pica,… no debería trabajar, por el aliento, no por otra razón«.
Estas historias están basadas en hechos reales*. Los nombres y lugares han sido alterados para no meter más el dedo en la llaga. *¡Ojo!, son verídicas, no como las de la película de la «Tormenta perfecta» en la que fallecen todos. ¿Alguien ha caído en el detalle de que si no queda nadie cómo narices se sabe lo ocurrido?
El Verano despierta los neoprofesionales. ¿Qué hace un chico como tú en un lugar como este dando el servicio?
En verano suelo abandonar los fogones y disfrutar de las cocinas de otros. Es hora de cambiar los roles, abrir los ojos para aprender e intentar disfrutar de uno de los placeres más típicos de nuestro país: beber y comer. Es en este momento en el que brotan por doquier este modelo de empleados.
La gran demanda de personal en el sector de la hostelería despierta la aparición de todos aquellos que por necesidad, vaya esto por delante, acaban sirviendo en tu terraza con altos conocimientos de física nuclear, módulos de mecánica, dirección de arte o simplemente un homo-poligonero, pero nulos conocimientos sobre su nuevo oficio.
Lamentablemente, parece que el tener dos manos ya es habilidad suficiente para dar un servicio. Ya os digo que no. Incluso con una sola mano, un gran profesional, da mil vueltas a estos nuevos camareros que sujetan la bandeja con dos miembros y parecen desafiar cualquier equilibrio lógico.
Una buena mano vale más que dos malas
Recuerdo un hombre que atendía mesas con una sola mano en Isla Cristina (Huelva). No puedo transmitir mi incredulidad ante su habilidad y capacidad de superación. ¡Im-Presionante! En dos palabras como decía Jesulín.
Te daré un par de pistas para detectar a los amateurs y si puedes, evitarlos. Está en juego una tintorería y la repetición de la comanda «ene» número de veces. El camarero neoprofesional a primera hora de la mañana se encuentra en estado de letargo, lo que implica que sus reflejos son lentos como los de un perezoso. ¡Anda, qué casualidad!, su aspecto también le acompaña.
Visión en pasillo
No buscan el contacto ocular y se mueven por la sala como gallinas sin cabeza. No tienen destino conocido y mucho menos a quien han atendido y quien puede ser su próxima víctima.
Cuando llegan a tu mesa un «¡Ehhhh!» les precede y si van de «sobrados» no tomarán nota, esperarán la reacción de los futuros atormentados. Pero si reconocen sus limitaciones acudirán con un comandero, pero habrán olvidado el bolígrafo. Seé paciente, ya te ha interceptado.
Un terapeuta detrás del mandil
Si vuelves otro día, sabrás seguro lo que está estudiando, pues tienen esa coletilla típica «yo en realidad estudió biología molecular pero para sacar un dinerillo…», supongo que para amortiguar el daño de la copa que te han echado encima. Los hay tremendamente voluntariosos pero…
Compatibilidades e incompatibilidades. No funcionarán bien con otros camareros, nunca. Serán siempre fuente de conflicto, pero si se les empareja con buenos profesionales es posible que se produzca una evolución positiva, un «progresa adecuadamente», pero jamás juntarles con los «cizañas», echarás gasolina al fuego.
Pero, Pero,… ¿Qué te he hecho yo para merecer esto? El aguililla
El aguililla y/o el avispilla es una raza que suele calar en los negocios familiares, locales de menús y se encuentran en su hábitat natural cuando hacen nido en bares de carretera.
Con décadas de profesión a su espalda ya han superado el medio siglo de vida, camisa blanca tirando amarilla, poca grasa en su abdomen y se mueven como el mismo «correcaminos», no intentes pedirle nada, él acudirá.
Aprende de la experiencia del coyote (Espero que un día se haga justicia y le pille).
¿Cómo detectar al camarero aguililla? Ya te he descrito su vestimenta y complexión, pero lo que define a este profesional es su capacidad de sorpresa, aparecerá por el ángulo muerto y en el momento que menos lo esperes.
Antes de que puedas reaccionar lanzará un saludo alto por la espalda, claro y sobre todo tajante, esto te aturdirá impidiendo una posible reacción. No hace falta que devuelvas el saludo… pues en décimas de segundo y tras captar la atención de la mesa pronunciará alguna de estas frases:
«¿Qué va a ser familia?», «¿Qué les puedo poner?» o el temido «Hoy os propongo…
Ya ha tomado el poder, el control es suyo y os garantizo que da igual lo que queráis, él ha decido lo que vais a tomar y responde siempre a dos principios universales: la ley del mínimo esfuerzo o peor, lo que sobró ayer y hay que sacar.
Pongamos un ejemplo
Me acuerdo de una mañana fría en uno de sus cotos. Eramos cinco y pedimos un café con leche fría, un corto de café con leche templada, dos cafés con leche y el mío, siempre solo con hielo. El aguililla se giró y sin ningún rubor gritó:
Camarero: – ¡5 cafés con leche!
Yo: – Perdona, los cuatro que van con leche tienen un pase, pero ¿el mío?
Camarero: – ¡Chico!, perdona, tu sabes el frío que hace, me lo vas a agradecer.
Yo: – Intolerante a la lactosa, intolerante a la lactosa, intolerante a la lactosa. (Siempre utilizo esta excusa, ya que es frecuente que confunda el hielo por leche).
Camarero: – No hay problema, ese era para mí, el tuyo te lo pido ahora.
¡Olé, olé y olé! Cierto es que hay tantas formas de preparar café como españoles y que para un camarero es un suplicio preparar 4 tipos de cafés para una misma mesa, pero… No todo vale.
Compatibilidades e incompatibilidades. Este perfil es compatible con «el sordo» e incompatible con el «neoprofesional» y «el pitufo gruñón», de hecho no hay nada peor que meter a ambas subespecies en la misma sala. Vas a tener espectáculo aunque no hayas pagado más que la comida.
El cizaña o falso complice
Este arquetipo de camarero tiene una guerra abierta desde hace años con la dirección y sus compañeros, se acerca a la mesa en busca de aliados en la batalla y te obliga a posicionarte. Como es normal, no tienes opción, él tiene todo lo necesario para negociar y, si no quieres sufrir largos periodos de espera o un servicio deficiente, firmas el tratado.
En los primeros momentos sabrás de las injusticias que sufre a diario, el trato vejatorio e inhumano que le dan y lo desesperado que se encuentra. Lucirá una sonrisa forzada y hablará de espaldas al resto del personal para ocultar su jugada mientras comenta todos y cada uno de los pormenores y vergüenzas de toda la casa.
«Cualquier día dejo esto y sabrán entonces valorarlo»
Y mi pensamiento siempre es el mismo, ¿y ese día no pudo ser ayer? Al margen de la simpatía que pueda despertar en ti, tu no tienes la habilidad y diplomacia necesaria, no podrás evitar mirar al resto del personal sin ocultar lo que está ocurriendo y te encontrarás en medio de una contienda para la que no estás preparado.
Lo mejor es intentar pasar el rato y rezar porque no haya un cambio de turno o se acerque un compañero o el mismísimo propietario a la mesa, si esto ocurre estás perdido.
Compatibilidades e incompatibilidades. Este perfil es incompatible con todo el resto de tipos, ni siquiera trabaja bien con un camarero de su misma clase. La mejor estrategia es ponerlo junto a los neoprofesionales y esperar que se convierta en el único objeto de ataque, usarlo como un cabeza de turco para salvaguardar al resto.
«Su tabaco. Sin Gracias». El pitufo gruñón
Camarero de carácter agrio, enfadado con el mundo, con ninguna motivación por el oficio y fiel extensión de un malestar infinito. En definitiva de empatía nula. Da igual que haya poca o mucha gente, da igual que haga sol o lluvia, frío o calor, sea lunes o sábado… siempre su estado es de enojo contra todo y todos.
Lo definiría con una frase:
Le consume un quemazón eterno
La gran diferencia con el «cizaña» es que no busca aliados, es un lobo solitario y tú, sí tú, también eres una importante fuente de problemas para él, seas encantador o aséptico en el trato.
Se acerca a tu mesa con sombría emoción. Si le sonríes quizá le desconciertes, pero te responderá como un conejo en la carretera cuando ve tus luces, te mirará perplejo un segundo y apartará la vista desviándola al infinito. No emitirá sonido alguno esperando que seas tú el que inicies el envite.
La comanda y el servicio gruñón
Dará respuestas cortas y tajantes ante posibles incidencias, si no hay existencias de un producto te dirá simplemente «no hay», pero ni avisará previamente, ni te sugerirá otra alternativa. Si tu petición es correcta, tan solo permanecerá mudo y levantará la cabeza hacia el final de la sala esperando a que el siguiente comensal de «motu proprio» le haga su petición.
La pauta general en estos encuentros son los «silencios imperecederos» y la falta de interacción, es como hablar con una máquina expendedora, pero ojo, no devuelve cambio, así que si no tienes paciencia acabarás dejando todas tus monedas en el bote.
Compatibilidades e incompatibilidades. Este perfil puede cohabitar muy bien con sus mismos congéneres y con el resto de perfiles, ya que su anestesia emocional no le genera problema alguno, al menos a él, los conflictos vendrán por cuenta de los demás ante la desesperación de todo el local y los clientes.
¿Hay alguien ahí? El vago o sordo
Expertos en el camuflaje, versados en la huida, avezados en las esquivas y experimentados en el posicionamiento que permite la menor actuación durante el servicio.
Apenas se muestran en los comedores, desaparecen sin dejar rastro para sorpresa de comensales y compañeros,… son capaces de encontrar cualquier rincón en el que permanecer ocultos. Prolongan sus momentos de descanso hasta límites insospechados que estratégicamente eligen cuando la sala está colapsada, para enojo de propios y extraños.
Sin embargo, una vez en el comedor, sus desplazamientos son sorprentemente rápidos y eficaces, como el ataque de la cobra. Pasan junto a las mesas con velocidad inusual para evitar el contacto, realizando esquivas, cintas y piruetas insólitas a tal fin.
Combinan esa gracilidad con una capacidad auditiva atenuada, su oído se desvanece de forma inversamente proporcional a las peticiones de los comensales. Para mejorar su técnica, a la sordera se suma la nula visión periférica, de esta forma eluden peticiones de cualquier tipo.
Olvídate, estás perdido. No te servirán buenos modales, ni gritos, ni manos en altos, tampoco tirar sillas o emitir señales de humo… sé práctico y busca la ayuda en otro miembro del personal, el que sin duda día tras día, suple su trabajo.
Compatibilidades e incompatibilidades. Este perfil concurre con los neoprofesionales, pues a menudo estos últimos incluso desconocen la existencia de estos expertos en el escaqueo. Son incompatibles con el cizaña y objeto de enfrentamientos si el «sordo» cae en una trampa o se despista en un mal movimiento de evitación y se coloca frente a frente. Puede que si estás en el área de conflicto salgas mal parado y pases un mal trago. Busca zonas neutrales, en estos casos, el apoyo del «falso cómplice» puede servirte de ayuda.
El listo, el «oráculo»
Buena pose, buena disposición, buena entrada, pero… nunca habéis entrado en un local y habéis sido interceptados por un individuo que tras un adecuado y correcto saludo toma el poder de todo lo que acontece a partir de ese primer momento.
Desde la primera mirada sucumbes ante sus deseos, si venías a tomar el vermú, comerás, si tu deseo era cenar tomarás una copa de vino. Tu querías un Rioja de la casa y has acabado tomando un vino de autor de un cero más, de tierras andorranas. Si deseabas cordero asado tomarás una ensalada de brotes secos. Si deseas picar algo en barra sucumbirás a un servicio de terraza,… da igual lo asertivo que puedas llegar a ser, tu voluntad en algún punto se doblegará y perderás el poco control que tenías de la situación.
Sólo sé que lo sé todo
Sabe de todo. Experto en alta cocina, es sumiller, por supuesto es un avezado maître, pero aunque no lo creas, te conoce. Te dará lecciones sobre ti, sobre tu pareja, te obsequirá con consejos gratuitos y relevantes de tu profesión (aunque seas taxidermista) y a lo largo del servicio te revelará la gran verdad: «yo soy un gran psicólogo«, algo frecuente también en el sector del taxi.
Esto parece gracioso, pero cuando se lo dicen a una persona que ha dedicado 5 años de licenciatura, 3 años de máster, un doctorado y 15 años de profesión, puede llegar a resultar ofensivo, creedme. Lo que eres en realidad es un encantador de serpientes.
«Yo en realidad soy un gran psicólogo»
Transcurrirá todo al ritmo que él marque. Comerás rápido o lento, tomarás una copa más o dos.
Es capaz de ocultar tus llaves bajo el pretexto de ser un buen ladrón para que puedas consumir un poco más.
Conocerás cada uno de los episodios de su vida entre risas y anécdotas que te envolverán en un ambiente teatral, mientras él continúa tecleando productos en la cuenta. Suma y suma.
Y apareció un amigo sin esperarlo
Lo increíble de esta situación es que te lleva a pensar que has conseguido tener un amigo sin pretenderlo, con la inocencia de los niños. Por supuesto, todo ello se disipa cuando la nota llega a tu mesa y sientes los clavos entrando en tu cartera.
Que no te engañen las apariencias, si detectas esa actitud y tu monedero es popular, intenta reclutar al neoprofesional para equilibrar el coste, e incluso llama la atención del cizaña.
En último caso, como estrategia extrema, dile al «listo» que ya has pedido tu comanda al «sordo», se entretendrá largo tiempo en capturarlo y eso te dará algo de margen de maniobra.
Compatibilidades e incompatibilidades. En realidad «el listo» no tiene limitaciones, está por encima del bien y el mal, asume el trabajo con actitud maquiavélica, y eso que el negocio no es suyo.
Por esta razón, convive con todos los perfiles, ya que contextualiza su presencia como meros lacayos que deberían satisfacer sus necesidades y postrarse ante su «buen hacer».
El jefe, el feo o El dichoso propietario
La aproximación a este perfil quizá sea la más complicada, no tanto por la identificación externa, sino por su comportamiento errático. Unos días te ofrecerá una grata experiencia acorde a tus expectativas y por contra, otras vivirás un verdadero infierno, pero ojo, te ha atendido «el jefe«, así que tendrás que estas agradecido pase lo que pase.
Intenta evaluar en los primeros instantes que te vas a encontrar, recuerda qué una huida a tiempo es una posible victoria futura.
«El jefe», el aglutinador de atributos
En esta persona se puede encontrar todas y cada una de las características de los anteriores perfiles, sí todas, incluidas las del neoprofesional.
Puedes imaginarte a un tipo que no sabe tomar nota forzando la situación de que no te tomes un tinto de la casa sino un vino de Ceuta que ha elaborado un primo suyo con una uva autóctona que envejece en tanques de vidrio templado…. Es su reino, su casa, su dinero, sus ejércitos, a menudo sus esclavos.
No tienes la mínima posibilidad de sobrevivir en esta «tierra hostil». Coge el móvil haz una falsa llamada y di eso de: «¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¡no me lo puedo creer!… toda la casa inundada…. que los bomberos no pueden… salgo ahora mismo para allá». Pide disculpas educadamente y si mirar atrás abandona el campo de batalla.
Compatibilidades e incompatibilidades. ¡Ufff! fundamentalmente conmigo.
He dejado para el final un tipo que desde siempre me ha encantado, «el borracho«, si habéis visto la película «El Guateque» de 1968, de Blake Edwards con Peter Sellers, sabréis a que me refiero.
Por supuesto es un «rara avis» en proceso de extinción. Bajo esta parodia se encuentra una tragedia real y cruel, pero esta es otra historia y nuestro artículo es en tono de humor.
Así que termino pidiendo mi cuenta y deseando leer vuestras experiencias con el servicio.
P.D.: Agradecimientos muy especiales:
La viñeta que ilustra el artículo es de la gran artista «Marga», puedes ver algunas de sus magníficas obras en su blog: https://margaindesign.wordpress.com/
Gracias por tu trabajo y buen hacer.
Soy chef y ademas he sido cliente y me rio porque los personajes son así y la reflexion como anillo al dedo, pero mientras lo leo lo comparo con la cocina y se dan situaciones o personajes muy similares.
Como le llamarías al camarero que no tiene la culpa, que sin tapujos culpa a la cocina.?
Muchas gracias Koketo
Buenos días Enrique. Un placer tenerte por aquí, es raro encontrar compañeros de profesión en este blog. Me alegra saber que te el artículo te ha despertado una sonrisa y hayas disfrutado. Curiosa tu reflexión, no me he percado quizá sea porque no he visto la viga en mi ojo y si la paja en el equipo de sala. Tendré que replantearlo y escribir sobre ello. Al camarero le llamaría «el recurrente acusador» ya que en el 90% de los locales contamos con un personaje que afronta su falta de competencia echandole la culpa a la cocina. Muchas gracias por tu comentario y buen servicio.
¡Cómo me he reído con tu artículo!. Gracias por categorizar a estos especímenes que, desgraciadamente, nos vamos encontrando de vez en cuando. Al leerlos me he dado cuenta de que, sobre todo, me he topado con neoprofesionales, aguilillas, pitufos gruñones y los vagos y/o sordos. Los comportamientos que relatas se parecen tanto a lo que he vivido que al menos me consuela no ser la única que da con este tipo de gente. Pero, por suerte, como dices tú, no son la regla, sino la excepción así que seguiré probando sitios y si me fallan las estrategias siempre puedo echar mano de las tuyas aliándome con el «falso cómplice» o fingiendo una llamada en el móvil para hacerle la «espantá» al «jefe» 😉
Enhorabuena Marga, el «careto» que le has puesto al camarero lo dice todo ja, ja…
Muchas gracias por tu comentario, es cierto que esto es una realidad aunque la novelemos. Hoy toca reír, esperemos que mañana nos atienda un profesional y no uno de nuestros amigos estereotipados. Besos y disfruta de una agradable semana.
Ha sido un honor que quisieras contar con mi colaboración para este articulo 😉 Me he reído mucho con todos los arquetipos de camarero que has descrito,me he topado con alguno de estos especímenes y es un consuelo saber que no sólo me ha ocurrido a mi 😀 ….Pero afortunadamente son la excepción a la regla. Muchos besos!!!!!
El honor ha sido mío, siempre es un placer que una artista como tú quiera ayudarme en un proyecto tan personal como este. Gracias.