Los cubiertos cuentan parte de la historia de la civilización. El símbolo de una formación social que llegó de la mano del concepto renacentista de «civilité» que se difundió entre la aristocracia europea en el siglo XV y supuso la ruptura de los buenos hábitos imperantes en la mesa hasta el momento aportados por el término «courtoisie» o cortesía que describía los correctos modales que debían observarse en un buen caballero. En la actualidad, algunas de estas «conductas adecuadas» nos resultarían repulsivas, además de una clara señal de mala educación.
Índice
- Los dedos como adminículo.
- Tampoco la servilleta estaba incorporada.
- La viejuna cuchara. Cóncava y con mango.
- La lengua muerta y su etimología.
- Civilizaciones y cacillos.
- Un premio de consolación.
Los dedos como adminículo
No hace mucho, en toda Europa, se comía con las manos y teníamos la mala conducta de limpiarnos en las ropas, hablamos del siglo XV. De hecho, se tiene constancia, por escritos y pinturas de la época de que en el siguiente siglo el uso de cubiertos era excepcional. Prorrogándose, el uso táctil, hasta casi el siglo XVII. Éramos sin duda gañanes en esencia. De comer con las manos, viene el buen y saludable hábito de lavarse las zarpas antes de comer.
«No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo»
Falso Codex Romanoff de Leonardo Da Vinci.
Tampoco la servilleta estaba incorporada
¡Qué gran desconsideración no usar trapos para la higiene en la mesa! Teniendo en cuenta que no existía la lavadora, ni tintorería para quitar las manchas, y menos, los hedores que desprendían estas indumentarias. Algunas damas de finura primorosa, para evitar que sus delicadas prolongaciones sufrieran el tacto directo de los alimentos, usaban guantes de refinada talla y elegante diseño. Pero, recordemos que los materiales hidrófugos se inventarían mucho más tarde. Por tanto, quedaría muy snob, pero me temo que las mujeres de la corte tendrían las manos igual de sucias, con la contrariedad de no poder chupar los dedos.
Lo que sí es seguro es que no cambiaban de manos entre plato y plato.
La viejuna cuchara. Cóncava y con mango
La historia de la cuchara se resume rápidamente: un instrumento nacido como útil de cocina e instrumento religioso que el pragmatismo llevó a todas las mesas como elemento imprescindible.
De los tres grandes cubiertos (cuchillo, tenedor y cuchara) presentes en cualquier mesa actual, quizá éste último es el artilugio más antiguo de todos. No hay que ser un intelectual versado en la historia para darse cuenta de que aquellos hombres de la prehistoria hacían uso de este instrumento. Existen yacimientos del Paleolítico que indican que ya entonces sorbían abruptamente con su ayuda. Quizá fueran oportunistas y utilizaban aquellas herramientas que la propia naturaleza les otorgaba: una concha (dependiendo de su cercanía o lejanía con el mar), un hueso, una semilla dura, una madera de forma adecuada… Pero el verdadero invento fue la adición de un mango para su uso.
La lengua muerta y su etimología
La palabra cuchara proviene del latín «cochlea», que significa “caracol”, y como es obvio, hace referencia al uso de la concha de este molusco al que se le añadía un mango para comer, lo cual me hace pensar lo difícil que resultaba consumir por aquel entonces líquidos sin mancharse. Un buen plato de caracoles es ante todo sonoro, un poco grosero, pero sin lugar a duda, es de los que está permitido comer con las manos. Bueno, yo añadiría que es obligatorio. ¡Parece algo incongruente, así es la historia del Homo sapiens!, esto no ocurre con las zamburiñas.
Civilizaciones y cacillos
Persas ritualistas ornamentales
Mucho antes de Cristo, hace tres mil años al menos, los antiguos persas ya se entretenían en realizar preciosas empuñaduras para sus cucharas. Fabricadas con marfil, pedernal, madera o pizarra, no solo para usos nutricionales, también estaban presentes en rituales religiosos, que podríamos considerar como auténticas piezas de joyería.
Los hijos del Imperio Romano
En la Antigua Roma no solo existía este artilugio, algo más refinado que la concha de un mejillón, sino que contaban con distintos tipos de cucharas que eran utilizadas con diferentes fines y de geometría muy dispar. Y, por supuesto, fabricadas con materiales variados más resistentes que los anteriores, como, por ejemplo: la plata o el bronce, para quien se lo pudiera permitir, el resto seguirían utilizando la madera hasta casi antes de ayer (siglo XIX). Por supuesto, mejor que las actuales de plástico que son un horror para todos los sentidos.
Tres eran las tipologías romanas de la cuchara. La conocida como «trulla» que nosotros identificaríamos como el cucharón. Una de tamaño medio, bautizada con el nombre de «lígula» que sería similar a nuestra sopera. Y, la menor, llamada «cochlea» que en realidad era multiusos pues, además de su forma curva para engullir los alimentos líquidos, tenía el mango puntiagudo para abrir moluscos y extraer sus carnes. Sin duda, la preferida de MacGyver por su versatilidad y, como hemos apuntado antes, la que le ha dado nombre a este cachivache.
Helenos y escudillas
La Antigua Grecia no aportó grandes cambios, se ve que los ingenieros estaban ocupados en otros inventos y desarrollos. Las mesas de los helenos de clase poco favorecida habían de conformarse con una «escudilla» de madera o barro, de la que los comensales tomaban el alimento con las manos o que se llevaban directamente a la boca sin cubierto de por medio. El uso de la cuchara comienza a imponerse en el ámbito doméstico solo en las clases altas de las urbes griegas, como ocurre en el resto de las civilizaciones.
La Edad Media sin toallitas de mano
En el Medievo la mayor parte de las cucharas se fabrican en oro, estaño, bronce o coral y, las más humildes, en madera. A finales de esta etapa se extendió el uso del hierro y la plata. De este hecho dan fe las platerías españolas de Toledo y Reus, cuya fama alcanza la internacionalidad por contar con los mejores artesanos del mundo y parte del «extranjero«, sin apenas exageración por mi parte. Aunque también son conocidas las realizadas en la zona de Aragón, que recurrían a la madera de boj común por su dureza y resistencia al fuego. Estas eran conocidas como «cucharas del pastor«, su nombre no puede ser más descriptivo, son aquellas que los mayorales tallaban con sus navajas en sus jornadas interminables mientras custodiaban el ganado.
Un capítulo aparte son las cucharas elaboradas con enebro, que eran demandadas por su aroma y que se han mantenido con el paso del tiempo. Actualmente son destinadas para las aceitunas, así que cuando vayáis a una tienda de encurtidos y observéis cucharones agujereados de madera, ya sabéis de qué material, posiblemente, estén hechas y el porqué.
De civilitate morum puerilium. Erasmo y los modales
Esta obra supone la base de las normas en la mesa, en ella ya figura la obligada presencia de la cuchara como la conocemos ahora. No solo cada comensal debía disponer de una, y con la prohibición de compartirla con el resto de los comensales como era habitual, sino también para servirse de las fuentes.
Un siglo después se estableció la buena costumbre de cambiar los cubiertos entre un plato y otro. Además de considerar el comportamiento de mojar las salsas con el pan como un modal propio de gente ruda y sin principios. ¡Cuánto se perdió en ese mismo momento! ¿Qué hacemos ante unos huevos fritos con puntilla? La gente de alcurnia no siempre tiene razón o sabe disfrutar.
Del XIX a nuestros días
Poco ha evolucionado este instrumento en casi tres siglos. La aparición de las liliputienses cucharillas de té que han contribuido a sembrar una continua incertidumbre en el campo del recetario por ser tomadas como medida ¡Maldito sea el autor de tan penosa idea! Quizás os pueda ayudar la lectura de este artículo para «sopesar» dimensiones:
También han aparecido algunas hibridaciones, como la cuchara/tenedor para la paella y así aprovechar hasta el último grano de arroz. Cucharas con agujeros. Sí, sí, con orificios, útil destinado a la cocina molecular y para dietas estrictas, ya que nunca terminas una crema o una sopa.
Pero el más importante avance, a mi entender, es el uso del acero inoxidable. Siempre está reluciente, no como la plata o el oro, y por supuesto, más económico, todo sea dicho. Así lo roban menos, que en los grandes banquetes seguro que tenían que poner un arco de detección de metales a la salida del festejo.
Un premio de consolación
Si te gusta el rugby sabrás que al equipo que queda el último se le entrega un premio simbólico: La cuchara de madera. Esta tradición procede de la Universidad de Matemáticas de Cambridge. Cada año, desde 1803, los estudiantes de la universidad británica debían aprobar el complejo «Tripos Matemático» (un examen escrito para los estudiantes) si deseaban recibir el título de graduado. El alumno que obtenía la menor nota se llevaba una cuchara de madera, como premio de consolación y quizás algo de ironía. Finalmente, en 1875, la Universidad decidió vetar este galardón por su tono peyorativo, pero la tradición imperó, aunque de forma no oficial.
Con este curioso galardón terminamos este artículo sobre los cubiertos, aunque en esta ocasión hemos tratado casi exclusivamente de la cuchara.
Pero en breve podrás leer sobre otros utensilios presentes en la mesa.
Qué interesante y completo este artículo sobre uno de esos objetos que nos resultan imprescindibles en la mesa y a los que no prestamos demasiada atención.
¡Feliz VIDA!
Muchas gracias Carmen por tu comentario. Me alegra saber que te ha gustado su lectura. ¡Feliz vida para ti también, más que merecida!